Como poder contar algo que no se ve, no se puede pensar ni tocar, sólo sentir. Supongo que va por aquí la cosa. Y mi testimonio, os invita a vivirlo por vosotros/as mimos/as.
Conocí a Sabina en un taller de verano. Recuerdo que nos preguntaba… ¿Qué es esto de la bioenergética? ¿Mover la energía? ¿Estar en el cuerpo? ¿Desaprender? ¿Volver a recordar? Y fuera de cualquier definición más, obtuve la respuesta con la práctica, tanto en sus dinámicas individuales como grupales. Había hecho algunas de las terapias más convencionales, como por ejemplo, la psicología, donde siempre había obtenido un resultado muy mental y con un trato clínico e impersonal. Con sus dinámicas individuales, he aprendido a vivir más en el cuerpo, a volver a respirar, a sentir el movimiento y también, herramientas que me ayudan al día a día para gestionar mis emociones y mis tensiones corporales, donde al final, descubres que ese es el verdadero camino humano, el de sentir y gestionar de otra forma. Y no solo eso, a mi me ha ayudado mucho saber que siempre esta allí para cualquier duda, cualquier cosa que se despierte después de cada práctica individual. Y en relación a las dinámicas grupales, he podido sentir el espíritu de la tribu, la cooperación mutua des del corazón y la sensibilidad hacia otro cuerpo, el caminar juntos, la escucha y un proceso en el que todos nos acompañamos. Después y antes de cada sesión grupal, nos invita a compartir lo que se nos mueve y despierta y eso también, es algo que debo destacar porque es allí donde todo circula se abre y se cierra a la vez. Sólo viviendo con sentido puedes descubrir lo que Sabina esta dispuesta a que conozcas y que realmente, ya sabes pero lo tenías olvidado. Como dice ella, solo es cuestión de volver a recordar, de incorporar. De volver a tu casa: el cuerpo.